martes, 13 de junio de 2017



El dolor es una manifestación de los seres vivos que busca proteger en caso de alteraciones existentes, pero es un aviso no siempre muy claro. En el caso de los dolores de brazos o manos, la tendencia es a buscar el problema en el sitio y se toman radiografías que terminan en una afirmación tajante de muchos médicos: ¡Usted no tiene nada!

Este dolor es comparable a la situación de una instalación eléctrica: si se quema el bombillo, puede que el problema no sea el bombillo, es una alteración de los cables que le llevan la corriente.

En el caso de los brazos y las manos, su inervación – la corriente eléctrica – proviene del cuello. De allí nacen los nervios, desde el cable principal que está metido en la columna vertebral, y se llama médula espinal. La columna está formada por piezas más pequeñas, las vértebras, en la unión entre vértebras hay un espacio por el que emergen los nervios que van hacia los brazos y manos, si hay alguna alteración en esas  uniones entre vértebras, se comprimen esos cablecitos nerviosos y no se produce dolor en el sitio mismo de la compresión; se siente en el sitio al que llega el nervio o en una de sus muchas ramas: brazo, muñeca, dedos o la mano completa. La forma de sentirlo puede variar, pueden ser ardores, hormigueos, corrientazos o dolor franco, rara vez , inflamación.

En el caso de las personas que tienen una musculatura muy débil, especialmente en la zona del cuello en la tercera edad, el pellizco de los cables nerviosos puede no darse por el hueso alterado, son los músculos que nacen en el cuello  y van hasta las costillas los que comprimen estas cuerdas nerviosas y generan las sensaciones incómodas que hemos mencionado.

Vale mencionar que las alteraciones de la forma en que interactúan los dientes entre sí en la boca, la oclusión, que se da incluso con los dientes artificiales, o cuando no se tienen los dientes completos -naturales o artificiales – generan fuerzas que alteran el cuello y, como consecuencia, pueden producir también dolores en brazos, manos o, inclusive, en la espalda o en la cintura.

Por todo lo explicado, la valoración del paciente que se queja de dolores, ardores, hormigueos, corrientazos o malestares en los brazos o manos, debe incluir una juiciosa valoración de su postura, sobre todo si se trata de un paciente al que le han diagnosticado osteopenia u osteroporosis, pues estos dolores se alivian poco o nada con los analgésicos convencionales.

Dr. Giovanni Zapata GutiérrezMédico y Cirujano U. NacionalEspecialista en Terapias AlternativasNutrición Terapéutica3118612065